Cuéntase que se cuenta, en un país que nadie recuerda, y en lugar que nadie conoce, que historia, común y corriente, transcurrió...
La noche ella bellísima. La luz de la luna contorneaba sus figuras femeninas, a través de sus ropas transparentes. El mar bañaba sus pies, y la arena jugueteaba con sus finos dedos. El viento le iluminaba el rostro, y su mirada era el reflejo de las estrellas del cielo. ¡Era hermosísima! Era toda una venus esperando a su amado, para poder compartir con él todo su amor.
Habían sufrido mucho. Durante todo el tiempo de conocerse no habían podido amarse. La distancia los separaba. Y aún, cuando cada noche soñaban con ellos mismos, por dentro morían de amor por el otro. Sólo se habían visto en una ocasión; a través de las olas del mar. Y ese amor crecía como un huracán día con día.
A veces pensaban que no eran el único para el otro; y aunque las tentaciones a veces llegaban, tomaban fuerzas y permanecían fieles. Y el tiempo pasaba, y no podían estar juntos. Al parecer, su destino era el permanecer solos, lejos... cada cual con el corazón roto.
Caminaba muy lentamente por la playa. Sus pasos le llevaban lejos de los demás. Sólo retenía en su pensamientos su imagen. Ésa día estaba decidido a arrancarsela del corazón y dejarla ir. ¡No podía soportar más su ausencia! De repente lo vio brillar a lo lejos, pequeño, danzando sobre las olas del mar. A veces desaparecía a sus ojos, pero nuevamente salía a flote. Y llegó a la orilla de la playa... Era una botellita con algo dentro. Incrédulo, lo mantuvo entre sus manos, pensando en qué podría ser, quién lo mandaría... Destapó el corchó lentamente y, con un poco de esfuerzo, sacó la notita que estaba dentro: "Amada mía. Nunca tuve el valor de dejar estas tierras. Mi corazón estaba dispuesto, pero mi razón era muy temerosa. Te amo, en verdad te amo. Me duele muchísimo el saber que te he perdido. Que ahora estás en el cielo, velando mis sueños, que esperaste por mí, pero yo nunca me atreví a ir más allá. ¡Qué tuve pavor! Espero que esta carta inspire a muchos amores a unirse, a no dejar pasar el tiempo... ¡A entregarse al amor!. En memoria tuya. Tu amante por toda la eternidad". De sus ojos salían miles de lágrimas. Bañaba su rostro. No podía creer lo que estaba leyendo.
Salió corriendo. Las lágrimas caían a los lados de su camino. Ahora el fuego de su pecho le quemaba. Quería estar donde ella estaba. Tomo sus cosas y se puso a navegar... Hizo algunos días, y estando a punto de llegar, la vislumbró en la playa, y ella a él...
Pero una ola furtiva le pegó a la nave, y lo hizo caer. Luchaba contra las olas que le llevaban lejos, le apartaban. Ella se arrojó al mar con el afán de llevarlo al lado suyo. Estaba cerca. No podía permitir que el mar se lo arrebatara. Pero todo fue inútil... Él desapareció.
Cada día, cada noche, a cada momento recorría la playa esperando poder encontrarle... Y cierta noche, bajo la luz de la luna... ¡El apareció! No podía creerlo. Él estaba ahí. Lo llenó de besos, de abrazos, de caricias... ¡de amor!
Y ahí estaba él. Estrechando entre sus brazos a su amada... Y en una mano, la carta que tanto lo había inspirado...