Hago las cosas de rutina, pero no soy yo. He llegado, y veo cada alma vagante. Cada pisada un sendero, cada cual un sentido, cada cual una vida. Pero... me siento extraño. Prefiero alejarme, permanecer apartado. Ahí es el mejor lugar. Puedo ver cómo se destrozan lentamente, sutilmente. Puedo escuchar cada palabra vacía, carente de veracidad. Puedo oler el llanto y la angustia de cada uno de ellos; no lo pueden ocultar. Puedo sentir la sangre escurrir por sus manos; asesinos de sus propios semejantes. Puedo probar su desdicha, sabor soledad.
Creo no pertenecer a este mundo tan extraño. Me froto los ojos para ver un poco mejor la realidad, y alcanzo a vislumbrar cadáveres andantes, zombies sin un alma. ¡Qué angustiosa realidad!
Suena el ruido fuerte de una campana, que a lo lejos esconde su enaltecidas torres...
¡Y despierto!
He llegado a donde tenía que llegar. No veo diferencie entre sueño y realidad. ¿Por qué el mundo es así? Definitivamente me siento como un extraño en un mundo de extraños...