Cada navidad tiene un toque distinto. Cada navidad es totalmente diferente. Es una lástima que últimamente el verdadero sentido se esté perdiendo, aunque en algunos hogares aún se conserva. Al menos en el mío lo intentamos.
Creo que nuestra celebración de la navidad ha ido madurando poco a poco. Claro está que poco a poco cada uno de los integrantes ha ido madurando. Desde ahí ya es un buen regalo. En estas navidades hemos hecho el "ritual" del arrullo del niño y lo hemos puesto todos, como familia, en el nacimiento. Fue un gesto muy lindo. Creo que la mayoría entendimos el significado de ese momento. Aunque le fue un poco más difícil a un miembro de la familia, se integró y participó. Todo en general fue muy significativo. ¿La mejor parte? Pues, mi novia ha llegado a casa para, igual convivir un poco con la familia. Igual en ello se ha ido madurando, a pesar de las dificultades iniciales. ¡Ya era tiempo!
Creo que ha sido un buen presente para el Niño Dios, el convivir como familia. ¿Regalos? Pues, algunos. Bueno, de hecho, casi todos recibieron, con excepción de mi hermanita y yo; pero eso no importa, creo que recibí los mejores: el estar al lado de las personas que más quiero... Aunque a veces no nos llevemos como queramos.
26 de diciembre de 2006
9 de diciembre de 2006
Católico en el mundo...
Un día de ocio normal, y he entrado a ver algunos de las diversas discusiones que hay entre los jóvenes, y uno ha llamado mi atención: el cristiano en el mundo.
Ése es un tema que he platicado hace poco con mi novia. Se hizo interesante, ella, a punto de ser ya Licenciada en Ciencias de la Familia; yo, estudiante de Psicología. Dos visiones, dos mundos diferentes. ¡Complementariedad!
He manifestado mi descontento con la manera de proceder de muchos católicos (y digo muchos, únicamente basado en los que conosco y que sé que son comprometidos), ante temas que son controvertidos y "puntiagudos". Aunque claro, se entiende si se ve que proceden bajo la consigna de "aquí corrió que aquí murió". Es decir, por falta de conocimiento se prefiere una retirada caballerosa, que un enfrentamiento en temas, por demás, desconocidos.
Pero, ¿a qué temas me refiero? Sexualidad, homosexualidad, métodos anticonceptivos, hijos, eutanasia y muchos temas más que hacen "ruido" en nuestra conciencia. Como todos (sí, todos), sabemos que una sexualidad promiscua es mala, que la homosexualidad es una enfermedad, que los métodos anticonceptivos no están permitidos, que los hijos son los que Dios quiera, que no hay que permitir la eutanasia, etc., pero no sabemos el exactamente por qué. Bueno, uno que otro "atrevido" lo sabe.
A qué me refiero con esto. Que los católicos, todos los católicos, debemos estar preparados para poder "defender" nuestras posturas con argumentos sólidos y racionales, sin deificarlos. No es que me esté poniendo contra Dios, no confundan, sino que los argumentos que hacen referencia a Dios, casi siempre, se rechazan y no se aceptan. Es tiempo de empezar a ser del mundo, y no retraernos en una "burbujita" tratando de no inmiscuirnos en esos temas. ¿Recuerdan que "la verdad os hará libres"? Nuestro ejemplo puede ser una excelente testimonio. Nuestra verdad puede marcar brecha, quizá no cambiar conciencias, pero sí harán "ruido" en las conciencias.
Gracias a que me estoy formando en una universidad laica, donde la psicología es la más "mundana" que pueda existir es que me surgió esta inquietud; pero no he querido retraerme y no entrar al "combate" de ideas. Muy por el contrario, con ayuda de mi novia y por mí mismo, he ido aprendiendo cada vez más. He conocido ambas posturas, sé algunos porqués y algunos contras. No todos, la verdad es que me gustaría saber más y más, poder conocer y poder "defender".
Lo único en lo que quiero reflexionar es sobre la actitud del católico en la modernidad. No podemos seguir mostrándonos "mochos" o "anticuados" (aunque esos calificativos son de fuera, no nuestros), o seguir siendo ignorantes en diversos temas. De todas maneras, aún conociendo esto quizás todo seguira siendo igual, pero al menos estaremos haciendo "ruido". Recuerden que millones de gotitas es lo que hace el mar. Es claro que esto es un llamado especial para los jóvenes. Somos los que más nos enfrentamos con estos temas, los que vivimos a diario esta situación.
Común se está volviendo escuchar que un amigo o amiga nuestra cuenta que está empezando a tener relaciones sexuales; o que se promueve el uso de anticonceptivos sin ton ni son; o que alguien cercano ha declarado ser homosexual. Así como éstos, hay muchos más. ¿Cuál es la reacción común? Un alejamiento de esos tema "impuros", pero no tenemos los argumentos para poder "combatirlos". Es tiempo de cambiar esta "triste" concepción de los católicos. Hay que transformar nuestro mundo. Hay que marcar brecha. Ser parte del "mundo", siendo del "mundo", pero marcando diferencia.
7 de diciembre de 2006
La ventana...
¿Nunca les ha pasado que estando en casa al mirar una ventana ven el cielo con nubes grises amenazantes con la lluvia, atemorizantes; mientras que al mirar hacia otra ventana, opuesta a la anterior, ven el cielo azul con unos rayos de sol hermosos, que iluminan cada espacio por donde van?
Dos ventanas, pero el mismo cielo. Por un lado la parte oscura, tenebrosa. Por otro, la iluminada, alegre.
Así es la vida, bajo sus dos vertientes. A veces seré difícil, a veces será maravillosa. Cuando estamos en los momento de mayor complicación, renegamos a todo lo que antes teníamos. Peleamos, sufrimos, lloramos. Estamos mojándonos en la ignominia. El cielo sombrío nos impide ver el sol, y nos pasamos esos momentos cabizbajos, olvidándonos que es nuestra vida, y que así como el cielo puede tener dos "rostros", nuestra vida también las tiene. En los momento de mayor dificultad, olvidamos que antes de esta lluvia brillaba el sol en demasía, y que segurmante volverá a brillar pasada la tormenta...
Entonces, ¿por qué dejarnos abatir por la tristeza? Si después el cielo mostrará sus mejores galas, pintará un arcoirir y el cielo será mucho más brillante que antes. Quizás pocos lo entiendan, pero el oro no sería oro, si antes no se funde.
6 de diciembre de 2006
Apatía
¿A dónde van los mexicanos con su sentimiento de apatía? He empezado a reflexionar sobre esta situación hoy, que es un día particularmente interesante.
La cuota del transporte público tiene un incremento. Hoy, diversos líderes estudiantiles han convocado a una marcha para protestar contra esta medida. Pero, ¿cuántos no estarán pensando lo mismo que yo? Sí, lo acepto, ¡no voy a ir! ¿El motivo? Pues, no creo que vayan a bajar el pasaje después de un día de haberlo subido. Además, ¿qué sentido tiene ir a hacer revueltas? Digo, quizás se quiera exigir un mejor servicio si ya le subieron, pero, ¡qué apatía ir a caminar por las calles gritando consignas y peticiones? Quizás esa misma apatía que a mí me invade, también la tengan los que ostentan el poder...
Entonces, surge la gran pregunta de los sesenta mil: ¿a dónde van los mexicanos con su sentimiento de apatía? Así como a mí, a varios centenares de mexicanos les gana la apatía antes de hacer algo que podría tener un fin distinto si obtaran por hacer alguna petición. "¿Para qué? Si de todas maneras no me van a hacer caso?", "¡qué pérdida de tiempo!", "la neta, qué flojera". Y así, como éstas, muchas otras consignas que se levantan para no ir a exigir lo que nos corresponde por derecho. ¿Hasta cuándo vamos a permitir que los demás pasen por encima de nosotros, únicamente por ser apáticos en el momento de exigir lo que nos correspondo?
Claro que está con sus respectivos límites. Si algo hay que rescatar del movimiento de la APPO, es eso, su afán de lucha de no quedarse inertes ante las injusticias. Pero para su desgracia y la del país, ésta se desvirtuó y empezaron con los desmanes.
Entonces, ¿a dónde vamos con este afán? ¡Alzemos la voz! (Chispas, hasta parezco comercial). Pero es cierto, a veces la apatía nos invade en exceso. Tenemos que responsabilizarnos de las cosas, aún cuando a nosotros no nos sucede diréctamente. Eso de que "me da igual", o "a mí no me afecta en gran medida", son puras patrañas; no es nada más que apatía ante una realidad que exige una respuesta.
¡Ya basta de la apatía mundial! Muchos ya están despertando. Que no nos gane la apatía al ver que, en un principio, nuestra voz sólo parece eco, pero sin respuesta. ¡Hay que seguir!
Pero, eso sí. Hay que analizar seriamente las cosas antes de hacer barbaridades. No hagamos movimientos viscerales, llevados nada más por lo que sintamos en el momento. Si notamos injusticia, analizamos si ésta en verdad existe, y si las pruebas así lo aprueban... ¡No se queden callados!
Venga... ¡Por un mundo mejor!
La cuota del transporte público tiene un incremento. Hoy, diversos líderes estudiantiles han convocado a una marcha para protestar contra esta medida. Pero, ¿cuántos no estarán pensando lo mismo que yo? Sí, lo acepto, ¡no voy a ir! ¿El motivo? Pues, no creo que vayan a bajar el pasaje después de un día de haberlo subido. Además, ¿qué sentido tiene ir a hacer revueltas? Digo, quizás se quiera exigir un mejor servicio si ya le subieron, pero, ¡qué apatía ir a caminar por las calles gritando consignas y peticiones? Quizás esa misma apatía que a mí me invade, también la tengan los que ostentan el poder...
Entonces, surge la gran pregunta de los sesenta mil: ¿a dónde van los mexicanos con su sentimiento de apatía? Así como a mí, a varios centenares de mexicanos les gana la apatía antes de hacer algo que podría tener un fin distinto si obtaran por hacer alguna petición. "¿Para qué? Si de todas maneras no me van a hacer caso?", "¡qué pérdida de tiempo!", "la neta, qué flojera". Y así, como éstas, muchas otras consignas que se levantan para no ir a exigir lo que nos corresponde por derecho. ¿Hasta cuándo vamos a permitir que los demás pasen por encima de nosotros, únicamente por ser apáticos en el momento de exigir lo que nos correspondo?
Claro que está con sus respectivos límites. Si algo hay que rescatar del movimiento de la APPO, es eso, su afán de lucha de no quedarse inertes ante las injusticias. Pero para su desgracia y la del país, ésta se desvirtuó y empezaron con los desmanes.
Entonces, ¿a dónde vamos con este afán? ¡Alzemos la voz! (Chispas, hasta parezco comercial). Pero es cierto, a veces la apatía nos invade en exceso. Tenemos que responsabilizarnos de las cosas, aún cuando a nosotros no nos sucede diréctamente. Eso de que "me da igual", o "a mí no me afecta en gran medida", son puras patrañas; no es nada más que apatía ante una realidad que exige una respuesta.
¡Ya basta de la apatía mundial! Muchos ya están despertando. Que no nos gane la apatía al ver que, en un principio, nuestra voz sólo parece eco, pero sin respuesta. ¡Hay que seguir!
Pero, eso sí. Hay que analizar seriamente las cosas antes de hacer barbaridades. No hagamos movimientos viscerales, llevados nada más por lo que sintamos en el momento. Si notamos injusticia, analizamos si ésta en verdad existe, y si las pruebas así lo aprueban... ¡No se queden callados!
Venga... ¡Por un mundo mejor!
5 de diciembre de 2006
Extraño en un mundo de extraños...
Hoy he despertado, y por un momento creí estar en otro lugar. He mirado a la ventana y he visto todo color rojo; en los cristales, algunas gotas luchaban por no dejarse vencer por la fuerza de la gravedad. Me he sentido extraño, enajenado.
Hago las cosas de rutina, pero no soy yo. He llegado, y veo cada alma vagante. Cada pisada un sendero, cada cual un sentido, cada cual una vida. Pero... me siento extraño. Prefiero alejarme, permanecer apartado. Ahí es el mejor lugar. Puedo ver cómo se destrozan lentamente, sutilmente. Puedo escuchar cada palabra vacía, carente de veracidad. Puedo oler el llanto y la angustia de cada uno de ellos; no lo pueden ocultar. Puedo sentir la sangre escurrir por sus manos; asesinos de sus propios semejantes. Puedo probar su desdicha, sabor soledad.
Creo no pertenecer a este mundo tan extraño. Me froto los ojos para ver un poco mejor la realidad, y alcanzo a vislumbrar cadáveres andantes, zombies sin un alma. ¡Qué angustiosa realidad!
Suena el ruido fuerte de una campana, que a lo lejos esconde su enaltecidas torres...
Hago las cosas de rutina, pero no soy yo. He llegado, y veo cada alma vagante. Cada pisada un sendero, cada cual un sentido, cada cual una vida. Pero... me siento extraño. Prefiero alejarme, permanecer apartado. Ahí es el mejor lugar. Puedo ver cómo se destrozan lentamente, sutilmente. Puedo escuchar cada palabra vacía, carente de veracidad. Puedo oler el llanto y la angustia de cada uno de ellos; no lo pueden ocultar. Puedo sentir la sangre escurrir por sus manos; asesinos de sus propios semejantes. Puedo probar su desdicha, sabor soledad.
Creo no pertenecer a este mundo tan extraño. Me froto los ojos para ver un poco mejor la realidad, y alcanzo a vislumbrar cadáveres andantes, zombies sin un alma. ¡Qué angustiosa realidad!
Suena el ruido fuerte de una campana, que a lo lejos esconde su enaltecidas torres...
¡Y despierto!
He llegado a donde tenía que llegar. No veo diferencie entre sueño y realidad. ¿Por qué el mundo es así? Definitivamente me siento como un extraño en un mundo de extraños...
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