Los caminos me han llevado a tu espíritu. En algún momento trate de alejarme de ti; el miedo y el disgusto por cambiar me obligaban. Ahora me encuentro persiguiéndote entre las sombras y los sueños. ¡Me has hechizado!
Aún recuerdo tus pasos y el contoneo de tus caderas que marcaban los latidos de mi corazón. Tus labios rojos jamás besados por amor. Me obsesioné lentamente con tu escondida figura, que tímidamente se ocultaba detrás de las prendas que tenían la dicha de cubrir tu cuerpo. Me maravillaba verte entre tus libros, entre libretas y entre lápices. Me conquistaste sin conquistarme. No dejaba de soñar en ti, me intrigaba tu ser.
Ahora, ¡ahora! Me encuentro derrapando por los senderos que pisas. Respiro el aire que dejas al suspirar. Bebo de ti, de tu aliento cálido y tenue, lleno de colores pastel. No quiero a nadie más sino a ti, a tu espíritu, a tu piel. Comer, beber, sentir, vivir... ¡todo de ti! De tus manos, de tus labios. De tus senderos ocultos jamás explorados... ¡De tu santidad! Mi primer pensamiento eres tú, inmolado para honrar tu belleza. Ansio, ansío tanto asirte entre mis brazos, tenerte muy cerca, como un solo cuerpo.
Me encanta ese momento, donde el tiempo se detiene. Un labio sobre un labio, romanticismo impera sobre el cielo. ¡Ahí suspiro! ¡Ah! ¡Cómo deseo ser una sola piel! Pero espero, espero a que Dios nos dé su bendición.
Sí, lo confieso: ¡estoy loco por ti! Cada día mucho más. Pienso en ti a todas horas, a cada minuto, a cada segundo. Camino y únicamente espero el momento en que pueda estar a tu lado.
¡Desequilibrado por unos besos!