11 de septiembre de 2007

¿Y ahora qué pasa?


Es el desequilibrio de siempre...
No sé...

Quizás es simplemente un mecanismo de defensa...

En algún momento he pensado en que es un tontería...

¿A qué se lo atribuyo?...

¿Interno? ¿Externo?

No sé...

Sólo sé que estoy harto...


8 de septiembre de 2007

Esperando un taxi


12:00am. He llegado a la parada del bus. Las calles están humedas y el vientecillo travieso se cuela por todos los senderos. Al frente un puesto de comida; la gente se reune, disfruta, ríe. He de suponer que están compartiendo muchas emociones. Algunos en familia; otros más, entre amigos y una que otra parejita confesándose su amor.
12:10am. Empiezo a sospechar que el bus no pasará. Platico con el aire sobre las posibilidades de pensar en ella. Sobre cómo la tengo ya marcada en mi espíritu por toda la eternidad. Sueño, creo, imagino... y me emociono.
12:20am. Es definitivo, el bus no pasará ya más a esta hora. Es tiempo de la resignación y de la "mea culpa".
12:30am. Nuevamente parado en la esquina de la "discordia". ¡Cómo odio estar aquí! Veo cómo pasan los autos, uno tras otro. Se detienen cuando el semáforo de sonroja. Puedo ver rostros de diversas edades, de diversas clases. Unos rostros hablan de cansancio, de un día invertido, a lo mejor, en tratar de llevar a casa el pan. Otros más hablan de diversión, de una noche que apenas empieza. Otros tantos comunican picardía, pecado.
12:40am. La decepción empieza a desgarrar mis entrañas. Muchísimos taxis pasan ya ocupados. Personas como yo, que se han visto en la necesidad de tomar un taxi para llegar a casa y descansar. Es tarde ya, y el sueño y el cansancio danzan a mis pies; es tan infantil verlos bailar.
12:50am. ¡Por fin! Estoy ya en un taxi: joven, como de unos 26 ó 27 años; casado; trabajando para mantener a su esposa y a sus hijos; soñando, quizás, con los fantasmas del pasado. No habla, sólo conduce. Ve al horizonte como si viera su futuro, ¿qué imaginaría? No lo sé; pero ahora debe pensar en llevarme a mi destino.
01:00am. He llegado a casa, y me detengo en la puerta, mientras busco mis llaves en los bolsillos, a pensar acerca de los taxistas. Tantos y tantos, cuántos sueños, cuántas ilusiones, cuántas ganas, cuánto desgano, cuántas alegrías, cuántas frustaciones, cuántas vidas compartidas.
01:10am. Es hora de dormir. Pero me queda el recuerdo de todos aquellos que han sacrificado algo (tiempo, sueño, familia) con tal de prestar un servicio en pro de sus familias y de sus necesidades.

7 de septiembre de 2007

Desequilibrio por unos besos


Los caminos me han llevado a tu espíritu. En algún momento trate de alejarme de ti; el miedo y el disgusto por cambiar me obligaban. Ahora me encuentro persiguiéndote entre las sombras y los sueños. ¡Me has hechizado!

Aún recuerdo tus pasos y el contoneo de tus caderas que marcaban los latidos de mi corazón. Tus labios rojos jamás besados por amor. Me obsesioné lentamente con tu escondida figura, que tímidamente se ocultaba detrás de las prendas que tenían la dicha de cubrir tu cuerpo. Me maravillaba verte entre tus libros, entre libretas y entre lápices. Me conquistaste sin conquistarme. No dejaba de soñar en ti, me intrigaba tu ser.

Ahora, ¡ahora! Me encuentro derrapando por los senderos que pisas. Respiro el aire que dejas al suspirar. Bebo de ti, de tu aliento cálido y tenue, lleno de colores pastel. No quiero a nadie más sino a ti, a tu espíritu, a tu piel. Comer, beber, sentir, vivir... ¡todo de ti! De tus manos, de tus labios. De tus senderos ocultos jamás explorados... ¡De tu santidad! Mi primer pensamiento eres tú, inmolado para honrar tu belleza. Ansio, ansío tanto asirte entre mis brazos, tenerte muy cerca, como un solo cuerpo.

Me encanta ese momento, donde el tiempo se detiene. Un labio sobre un labio, romanticismo impera sobre el cielo. ¡Ahí suspiro! ¡Ah! ¡Cómo deseo ser una sola piel! Pero espero, espero a que Dios nos dé su bendición.

Sí, lo confieso: ¡estoy loco por ti! Cada día mucho más. Pienso en ti a todas horas, a cada minuto, a cada segundo. Camino y únicamente espero el momento en que pueda estar a tu lado.

¡Desequilibrado por unos besos!

6 de septiembre de 2007

¿Y las letras dónde?


"¿Y las letras dónde?", me pregunté seriamente un día en que la lluvia empañaba al sol bajo sus nubes. "No sé", me respondí de manera tajante. "Espera, no crees que deberíamos salir a buscarlas". "Tal vez, pero no tengo muchas ganas por ahora; recuerda que en ocasiones son ellas mismas las que llegan". Me quedé pensando por varios minutos hasta que alguien tocó a la puerta. Mis ánimos por levantar mi existencia del lecho de la tristeza no eran los más indicados. "Definitivamente no abriré".
El tiempo seguía transcurriendo tan lento como el caminar de las caracoles. "¿Y las letras dónde?", volvió a preguntar insistentemente mi inconsciente consciente. "No sé", respondí refunfuñando, "puedes dejarme en paz un momento". "Sólo me gustaría saber y las letras dónde"."No sé".
El caminar de las horas continuaron su curso, siempre adelante. Al cabo de un par de horas (o al menos eso creo), nuevamente, ahí estaba de nuevo esa voz quisquillosa, como de antaño, insistiendo en los puntos perdidos de la mente andante: "¿y las letras dónde?". Preso de una furia desmedida, desencajando, respondí gritando a los fantasmas inexistentes: "¡en las paredes, en las aves, en los ojos tristes o alegres de un amante, en las nubes, en la belleza intocable de un amor, en Dios!". Cansado por el gran esfuerzo, caí de bruces sobre la terrible agonía, que sin siquiera dejar suspirar rompió en llanto. "Y si sabes dónde encontrarlas, ¿no deberías ir a cazarlas?".
Y heme aquí...